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jueves, junio 14

Nueve a.m.

Ver tu cara a medio despertar para mí fue mi desayuno. El tuyo tan cargado de salsa que de seguro enfermaste del estómago, de la mente y del corazón.
No me culpes por no querer huir de mis problemas. Los enfrento. Es lo único que sé hacer bien.
Tu rostro se volteó, no puedo verte a los ojos sin querer besarte profundo.
Y esta semilla que está dentro de mi, que día con día florece y muy pronto dará frutos, y comeré de ellos.
Pero tú no tienes tanta hambre como esperé que tuvieras.