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viernes, julio 24

No había ropa en los cajones, faltaban los objetos personales de higiene de Silverio, todo estaba revuelto y las arañas en la pecera, sólo le aumentaban las sospechas de que a su compañero lo habían secuestrado. La tía malvada, llegó a pensar. Él por su parte, no pensaba en otra cosa que no fuese su futuro. Si Silverio nunca vuelve, entonces él tendría que seguir su camino como desde el principio. Pero tenía una extraña corazonada de que el mismo camino lo pondría en la vereda de aquél raro amante arácnido.

Para calmar sus sentimientos, comenzó por poner un poco de orden. Limpió los cristales de la pecera y siguió por sacudir el odioso polvo de los muebles.

Tomó un pedazo de tela para desempolvar los libros que ordenadamente reposaban en el librero de la sala.

Todos los ojeó pero ninguno le llamaba la atención. Hasta que su mirada recorrió el lomo y la portada de una enciclopedia de color azul. En el forro de tela le guiñó un sello dorado con la insignia de un barco. Era la enciclopedia del mar.

Hablaba desde los animales marinos, hasa los barcos. La expanción, la densidad... Parecía no tener fin.

Las fotografías, todas, con mucho porte y muchos colores. Aunque logicamente predominaba el turqueza del mar. Casi al finalizar el libro, habían unas páginas dobladas. La escritura en cierto modo era confuza. Pero eso no le impidió leerlo todo:

"Lo extraño aquí es que llevo más de medio diario desahogando mis emociones. Me he enamorado de la libertad... Siento todo lo que me rodea y me deleito con el más mínimo roce de una hoja.

Sé que es ridículo, pero todos los días experimento la dicha de ser humano. Cada poro, cada átomo de mi ser, se extacia con sentir el agua, el calor, el frío, el escalofrío matutino que recorre mi nuca hasta mis talones. Y cada poro del que hablaba, se levanta para temblar conmigo. Sentir la sincronía de mis músculos, todos, para contraerse al reír, desde la cara hasta mi estómago; jalar aire, que este pase por mi traquea y recorra mis pulmones para así sacar un estrpitoso sonido provocado por el diafrafma y las cuerdas vocales. Risa. Se mueve todo para denotar alegría. Algunas personas no ríen. Esto pasa cuando hay exeso de tristesa en el alma. Otra sensación que amenudo experimento..."

Paró de leer porque sabía que no contaba con el tiempo de sobra como para sentarse a leer el puñado de hojas que reposaban entre las páginas de la pesada enciclopedia.
(...)