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martes, abril 12

Astros

Mis sentimientos son como ese vómito recurrente que sale a brote con tal efervescencia, que nada lo para. Sólo sale súbitmente. Los debo sacar para así sentirme mejor. Pero una vez hecho, la sensación de alivio, se convierte en un milagro. 
A veces hablo, y no cuido lo que digo, me debilita no poder llenar las espectativas. Quiero agradar a quien se me ponga en frente para así demostrarle que soy digno de su amistad. Quiero ganarme elogios, quiero ser estrechado de la mano. Necesito un aplauso, porque sin él, no puedo asegurar mi existencia. Dejo que salga y mancha todo a mi al rededor. Todos se dan cuenta, y sin quererlo, tiro mi copa. Ya no sabía si estaba ebrio, o sólo esto que me acaba de reventar es mi ego pisoteado.

Mejor salgo. La necesidad de ir afuera es automática y camino como Dios me de a entender. El aire me refresca las mejillas y el cuello. Sostengo un cigarro, pero dejo que se consuma entre mis dedos. El suspiro en mi garganta se ve ahogado tras una calada. No me acuerdo ni con quién venía. Sólo quería ir a casa para dormir y olvidar mi puta vida. Pero al tratar de irme, mis piernas no respondían. Había una banca, a mi parecer, estaba muy cerca, pero al intentar sentarme, caí con todo el peso de mi cuerpo. Un sonido voráz rebotó por la calle, como si hubieran dejado caer un saco de papas. Una vez más, soy invadido por mis errores y soy presa de las consecuencias. Si tan sólo le hubiera hecho caso a Leticia, quien me dijo que mi suerte el día de hoy, no tenía a su lado el cosmos.
"Te lo digo Martín, hoy Marte va a estar alinedo con Leo y en eje con Júpiter. Eso quiere decir que tu alma gemela y tú, no están compartiéndo la misma energía. Hoy sus polos se repelen. Así que de que te vas a pelear con ella, lo harás, así que por favor no te dejes llevar y mucho menos, no vayas a tomar. Si te intoxicas, eso influenciará en tu equilibrio y por lo tanto... bueno, en sí, te vas a partir la madre... ¡No vayas!"
Recuerdo esa parte de la llamada. Era en lo único que pensaba. Paralizado hasta que recuperara un poco el sentido. Acostado como un vago. Sin dignidad y sin cordura. Luego de poder despertar, conté con la energía necesaria para poder sentarme. Pero aún no podía abrir bien los ojos. Revisé mis bolsillos para encontrar el telefono movil y llamar a Leticia. Era en la única que podía confiar. Pero lamentablemente me di cuenta que lo habían robado. Qué bajo es robarle a un puto borracho. Luego, milagrosamemte encontré una moneda de cinco pesos. Me levanté un poco más ubicado y me acerqué a un teléfono de monedas. Era el único número que aún vivía en mi memoria.
—Setenta y dos... no... — Cuelgo. — No, setenta y dos, ciento once, tres, nueve... ¡Maldición!
No podía ver los números. Era como esos sueños fastidiosos donde soñaba que necesitaba hablar por teléfono, pero por alguna extraña razón se me dificulta ver y no puedo atinarle a los números. Cuelgo y descuelgo, pero no puedo hacer una actividad tan simple. 
Me desprendo de ahí. Tenía que ir. A ver si me quitaba la maldición de los horóscopos. O quizá a que me diga qué más debo hacer.
Me concentro, el estrago de alcohol ya había pasado. Caminé veinte cuadras y no sé cómo. Podía coordinarme para mover las piernas, pero seguramente me iba tambaleando. Eso no importó. Llegué sin apuros, como si se tratara de un felino.
Toqué su puerta y noté que ya estaba amaneciendo. El sol me había alcanzado, ojalá me convirtiera en piedra. 
Leticia abrió la puerta y cuando me miró, se comenzó a reir... Sólo me limité a suspirar y a pedir ayuda para que me curara las heridas.

Dentro de lo tenue, siempre quedará la maldición que sale de mi boca. Si no me libero, nada lo hará. Dejarme caer como cascarón, fue lo ideal para que mi yema pudiera estar expuesta. De eso se trata, de exponerme.