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jueves, octubre 9

Lejos de las manos que premian con tibieza un pelaje que es fiel a todas esas noches de soledad. Volverá la tranquilidad intermitente junto con los ronroneos amorosos de aquél minino. Se nesecitan el uno al otro. Se extrañan ambos cuerpos por estar uno a uno entre las cobijas.  Anhelan velarse el sueño hasta que el cielo se aclare. Día a día.
Sé que es triste el dolor, sé que es trágica la melacolía. Pero el compañerísmo, incluso el amor, se vuelven lazos indestrutibles cuando se logra vencer la distancia. La maldita distancia.
Se tuvo que marchar de un instante a otro.
Pero confía en sí que el calor de sus mentes, los unirán por debajo de la vida.
Como siempre quisieron.